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La Conducta y Ambiente en el Aula

Para llevar a cabo un proceso de enseñanza y aprendizaje apropiado se requiere de la disposición y la participación tanto de los estudiantes como de los profesores. Ahora bien, propiciar un ambiente escolar adecuado es trabajo de los docentes, pero en ocasiones el comportamiento de los estudiantes complica la labor del maestro.

¿Qué es la conducta?

Pero, ¿qué es un comportamiento? Y, ¿una conducta? Una conducta es cualquier actividad que pueda observarse y medirse. En otras palabras, lo que un sujeto hace o dice, su respuesta ante un estímulo o contexto específico. Mientras que, el comportamiento, es el conjunto de conductas. Aunque, existen diferentes clasificaciones de conducta, aquí solo mencionaremos las conductas conocidas como disruptivas, inadecuadas o no deseadas.

¿Qué es la conducta disruptiva?

La conducta disruptiva, se ha definido de varias maneras. Por ejemplo, como acciones perturbadoras y/o agresivas que alteran la armonía. Es decir, aquellas que rompen la disciplina y reflejan desobediencia. En 1981, Forehan y McMahon definen la conducta desobediente como “la negativa de iniciar o completar una orden realizada por otra persona en un plazo determinado de tiempo”. Así pues, desafiar a los profesores, iniciar peleas, molestar a los compañeros, tener dificultades para esperar y/o seguir indicaciones, entre otras, suelen ser consideradas como conductas disruptivas.

 Dichas conductas, tienen una repercusión negativa en el proceso de aprendizaje de los estudiantes. Sin embargo, en algunas ocasiones,  la instrucción es inadecuada, por lo que es probable que el menor “desobedezca”. De modo que, los niños harán rabietas o tendrán otras conductas no deseadas, con ciertas personas o en situaciones particulares. Por ello, la importancia de realizar el análisis de la conducta infantil, teniendo en cuenta múltiples factores, como la interacción entre el niño, el ambiente y la persona que da la orden.

La modificación de la Conducta

Indiscutiblemente, para modificar una conducta debe existir un balance entre diversos componentes. El pensamiento y el ambiente alterado pueden originar conductas no deseadas. Por ello, la importancia de trabajar a la par estos tres componentes (pensamiento-ambiente-conducta).  

Con respecto al ambiente, habrá que hacer una diferencia entre el entorno familiar y el escolar. Ya que existe la posibilidad de que uno, o ambos se encuentren en desequilibrio. En esta ocasión, solamente se tendrá en cuenta el ambiente en términos de educación escolar.

El ambiente de aprendizaje aúlico, como su nombre lo indica, es aquel en el que se desarrollarán las actividades de enseñanza dentro del salón de clase. Como se ha mencionado, el educador tiene la responsabilidad de propiciar un ambiente beneficioso, en el que prevalezca la armonía, confianza, seguridad y respeto entre el docente y los alumnos, y viceversa. Esté tipo de ambiente engloba las siguientes cuatro dimensiones.

Las dimensiones del ambiente de aprendizaje aúlico

  • Física: el material qué hay y cómo se organiza el espacio (mobiliario, decoración, ventanas, etc.)
  • Funcional: modo de utilización de los espacios, qué se utiliza y en qué condiciones (dirección del maestro o independencia del alumno)
  • Temporal: organización del tiempo y velocidad de las actividades, cómo y cuándo los espacios serán utilizados
  • Relacional: distintas relaciones dentro del aula; las normas, el nivel de participación del maestro y de los alumnos (quién y en qué condiciones)

Pero recordemos, que, ya sea para enseñar o para aprender, es necesario la colaboración entre el docente y los alumnos.

Todas las conductas y comportamientos son aprendidos, así que, se puede aprender a comportarse de forma adecuada a cada situación.

¿Qué es una consecuencia positiva?

A su vez, las conductas que producen consecuencias positivas tenderán a repetirse. ¿Y qué es una consecuencia positiva? Son recompensas materiales (dulces, dinero, juguetes, etc.), de actividad (ver tv, jugar con la tablet, ir al cine, etc.) o  sociales (atención, abrazo, sonrisa, etc.) que ayudan a reforzar las conductas. Lo impresionante, es que podemos reforzar conductas no deseadas sin darnos cuenta. Comúnmente, el reforzador en estos casos es de tipo social, pues se suele prestar más atención a aquellos niños que están teniendo conductas inadecuadas. A esto se le conoce como atención negativa y sucede tanto en el colegio, como en casa.

Metodologías de intervención conductual

Algunas de las metodologías más eficaces de intervención conductual son: la economía de fichas, el contrato conductual, coste de respuesta, refuerzo positivo y la extinción. Estas herramientas pueden ser útiles tanto dentro como fuera del contexto escolar.

¿De qué son síntomas las conductas inadecuadas?

Finalmente, queda decir que, en realidad, las conductas inadecuadas pueden ser síntoma de una situación problemática en la vida del menor, fuera del contexto escolar. Si bien, es importante intervenir desde el ámbito educativo y reeducar conductas no deseadas, es esencial informar a la familia y trabajar en conjunto. Aquello, debido a la probabilidad de incremento de estas conductas durante la adolescencia y adultez, que puede llevar a consecuencias más graves. En definitiva, el control y la modificación conductual infantil requiere de un abordaje multidisciplinario, no solo incluyendo diversos profesionales, sino también a la familia.

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