Trabajo final del Máster en Logopedia de ISEP
” Desde su definición por Kanner (1894-1981) en 1943, el autismo se ha presentado como un mundo lejano, extraño y lleno de enigmas. Los enigmas se refieren, por una parte, al propio concepto de autismo y a las causas, explicaciones y remedios de esa trágica desviación del desarrollo humano normal. A pesar de la enorme cantidad de investigaciones realizadas durante más de medio siglo, el autismo sigue ocultando su origen y gran parte de su naturaleza y presenta desafíos difíciles a la intervención educativa y terapéutica. Por otra parte, cuando tenemos ocasión de relacionarnos con la persona que presenta ese extraño trastorno cualitativo del desarrollo, sentimos vivencias de opacidad, impredictibilidad, impotencia y fascinación difíciles de describir, y que acentúan aún más, esta vez en la interacción concreta y no sólo en el terreno conceptual, el carácter enigmático del autismo.
El autismo nos fascina porque supone un desafío para algunas de nuestras motivaciones más fundamentales como seres humanos. Las necesidades de comprender a los otros, compartir mundos mentales y relacionarnos son muy propias de nuestra especie. Nos reclaman de un modo casi compulsivo. El aislamiento desconectado de los niños autistas nos resulta tan extraño y fascinante. Hay algo en la conducta autista que parece ir en contra de las “leyes de gravedad entre las mentes”, contra las fuerzas que atraen a unas mentes humanas hacia otras.”
Sandra Pérez Manzano
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