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Identificar los trastornos de conducta en daño cerebral adquirido (DCA)

El daño cerebral adquirido (DCA), es una lesión más o menos significativa del sistema nervioso central causada por un evento que genera una alteración en la estructura y en el funcionamiento del cerebro.

Causas del Daño Cerebral Adquirido

Las causas de un DCA pueden ser múltiples:

Un trauma en el cabeza causado por un accidente en la vía pública, una caída…; un ictus o accidente cerebrovascular (ACV, “embolia cerebral o ruptura de un vaso sanguíneo”); un tumor cerebral; anoxia (el cerebro es privado de oxígeno); un agente infeccioso o tóxico que causa la destrucción de las células nerviosas, etc.

Los pacientes con daño cerebral adquirido, a causa interna o externa, tienen trastornos de conducta y emocionales que les impiden realizar las actividades de la vida diaria.

Los trastornos de conducta son difíciles de entender por los familiares y requieren profesionalismo y experiencia en las intervenciones profesionales, dado la escasa definición en la literatura de especialidad y por la similitud con otros síntomas (cognitivos y psicológicos).

La mayoría de los trastornos conductuales están relacionados con la hiperactividad general y la falta de control emocional (desinhibición, impulsividad, irritabilidad, agitación psicomotora, agresión) o con una falta de activación (apatía, iniciativa reducida, motivación reducida). Estos trastornos pueden aparecer tardíamente, hasta dos años después de la lesión.

Clasificación de los trastornos conductuales

Inicialmente se describieron como parte del síndrome del lóbulo frontal. Actualmente se dividen de acuerdo con las características de comportamiento y se describen en la literatura científica como: el síndrome disejecutivo, el síndrome apático y el síndrome desinhibido.

El término Síndrome Disejecutivo hace alusión a un déficit en las funciones ejecutivas y abarca alteraciones como la desatención o dificultades en la organización y planificación. La persona pierde la capacidad de adaptarse a las situaciones nuevas e imprevistas y tiene dificultades en regular su conducta social y su motivación.

El Síndrome Apático se caracteriza por la falta de motivación e interés de la persona. Este trastorno es muchas veces confundido con la depresión dado que se considera que la falta de interés es causa de los trastornos del humor.

El Síndrome Desinhibido está asociado con lesiones en el lóbulo orbitofrontal.  Priman los desórdenes comportamentales con presencia de «conducta inmoral»: pobre control de los impulsos o alteraciones del marcador somático, infantilismo, irritabilidad, fallos en el razonamiento, ausencia de empatía, baja tolerancia a la frustración, teoría de la mente anormal, etc. El síndrome desinhibido conlleva un alto grado de incapacidad para la persona a la hora de realizar actividades de la vida diaria.

En los trastornos de conducta, la anosognosia (falta de conciencia de los déficits) también está frecuentemente presente. La presencia de la misma dificulta la evaluación neuropsicológica y complica la relación del paciente con los familiares o personas que les cuidan.

Una exhaustiva valoración neuropsicológica es necesaria para diferenciar los trastornos de conducta de los trastornos emocionales. Un buen diagnóstico y la utilización de las técnicas de modificación de conducta y control de estímulos pertinentes permitirán eliminar conductas problemáticas, mientras que un diagnóstico incorrecto puede conllevar una terapia inadecuada para el paciente (psicoterapia).

Los trastornos conductuales

Es importante, también, identificar correctamente los diferentes tipos de trastornos conductuales. Para ello, además de utilizar los test neuropsicológicos adecuados, es imprescindible apoyarse y confiar en los familiares del paciente para conseguir información sobre comportamientos actuales y premórbidos.

Teniendo en cuenta las limitaciones de los test, utilizar evaluaciones ecológicas como observar al paciente en su entorno habitual, puede ayudar a conseguir una mayor eficacia en la evaluación.

Un correcto diagnóstico tiene beneficios también en la vida diaria del paciente y del cuidador. Disponer de la información correcta sobre los trastornos y una mejor comprensión de la enfermedad puede mejorar significativamente la sintomatología ansiosa y depresiva del paciente, logra un incremento del apoyo familiar y mejora la calidad de vida y la percepción de carga subjetiva del cuidador.

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