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Nutrición y Neurodesarrollo

Cerebro y nutrición Cerebro y nutrición

En los últimos años, la importancia del diagnóstico e intervención en las dificultades que se presentan durante edad infantil, se ha visto aumentada. Puesto que, la etapa crucial para la adquisición de habilidades complejas posteriores va desde los primeros meses hasta los dos años de vida, diversos profesionales de la salud han mostrado interés por conocer más el desarrollo y crecimiento del cerebro de los infantes.

¿Qué es el neurodesarrollo?

El término neurodesarrollo se refiere al estudio de las conexiones de los mecanismos del sistema nervioso central (SNC) en la población infantil, relacionando así la neurociencia y la biología. Todo ello, con la finalidad de conocer el nivel madurativo y el desarrollo de los niños, así como para prevenir dificultades posteriores.

Para dar respuesta a esta latente necesidad, ISEP ofrece la Maestría en Trastornos del Neurodesarrollo el cual te brinda las bases para diagnosticar e intervenir a tiempo cualquier posible trastorno en el desarrollo del cerebro de un niño.

En definitiva, el desarrollo y crecimiento del cerebro es un proceso dinámico y complejo, que empieza desde etapas muy tempranas de la vida, y se prolonga hasta después del nacimiento.  Además, no sólo se encuentra guiada por la genética, sino también por un ambiente estimulador y afectivo. Uno de los factores externos que puede afectar el desarrollo típico es la nutrición. Cabe mencionar, que la ingesta de alimentos es tanto un factor vital, como una forma de estimulación, ya que para los niños es todo un proceso nuevo de descubrimiento.

La nutrición y el cerebro

Ante todo, el ser humano debe cubrir sus necesidades básicas, como lo son la respiración, el descanso y la alimentación. Sin embargo, en algunos países la ingesta de alimentos y la salud en general, desgraciadamente, dependen de factores socioeconómicos.

Puesto que, el cuerpo funciona a partir del metabolismo de energía, éste requiere de nutrientes, provenientes de la comida, para obtener fuerza, crecer, desarrollarse y defenderse de elementos externos (como bacterias y sustancias tóxicas). Por lo que se refiere a los nutrientes, aquellos se pueden clasificar según la función que tienen. Así pues, los nutrientes energéticos son las grasas, proteínas y carbohidratos. Mientras que, los nutrientes estructurales engloban a los minerales, el agua, los carbohidratos y las proteínas. Por último, las vitaminas, minerales, proteínas y el agua pertenecen a los nutrientes reguladores.

¿Qué es la desnutrición y qué relación tiene con el cerebro?

Según la OMS, la desnutrición es un desbalance celular entre nutrientes y energía, fundamentales para el correcto funcionamiento del organismo. Por lo tanto, la deficiencia de nutrientes y micronutrientes tiene un impacto en el desarrollo, crecimiento y maduración del organismo. Se ha visto que la malnutrición puede afectar negativamente el desarrollo físico, mental y psicosocial de los niños.

La anemia por déficit de hierro (ADH) es la deficiencia nutricional más notable en niños, la cual puede causar retrasos en los hitos del neurodesarrollo, deficiencias inmunológicas, disminución en la fuerza muscular y, por ende, dificultades en la realización de tareas motrices.

Considerando que, el cerebro es vulnerable a eventos neuro-ontogénicos, la falta de nutrientes puede producir irregularidades en las diferentes etapas de su desarrollo. Por ejemplo, sin la adecuada ingesta de lípidos puede haber una afectación negativa en la formación, el mantenimiento y la maduración del encéfalo. Por su parte, la malnutrición puede deteriorar la síntesis de neurotransmisores (serotonina, dopamina, el GABA, glutamato, etc.) por la falta de aminoácidos esenciales. Por lo tanto, se pueden ver afectadas las células gliales en cuanto a su funcionalidad y cantidad, así como un retraso en el crecimiento de las dendritas, alteraciones en la sinaptogénesis y defectos en la mielinización.

Como resultado de un crecimiento y desarrollo encefálico deficiente, la adquisición de habilidades básicas de aprendizaje se verá perjudicada. Puesto que, para ello se requiere de elementos básicos y estructurales del cerebro. En concreto, las dificultades durante el desarrollo del SNC se han relacionado con un pobre funcionamiento cognitivo, déficits atencionales, pérdida de interés y motivación. Así mismo, puede ser un factor de riesgo para presentar diversos trastornos, como la esquizofrenia, el trastorno bipolar, trastornos de ansiedad, depresión, síndrome de fatiga crónica, entre otros.

El cerebro y su capacidad recuperativa

En realidad, la importancia de la nutrición infantil no solo debe considerarse desde el nacimiento, sino desde la vida intrauterina. La adecuada nutrición materna, y en consecuencia la fetal, es fundamental para un correcto crecimiento dendrítico y conectividad sináptica. La deficiencia de ácido fólico, vitaminas B y E se ha relacionado con mielomeningocele, encefalocele y anencefalia.

Finalmente, queda decir que, a pesar de todo, el cerebro puede recuperarse de una malnutrición temprana, pero no de una crónica. Una dieta adecuada, con los diversos tipos de nutrientes, y la intervención apropiada pueden aminorar y, en algunos casos, eliminar algunas manifestaciones clínicas causadas por la malnutrición.

Leticia Agustín Martín

Autor

Grado en Psicopedagogía por la Universidad Anáhuac Mayab (México). Posgrado en Psicología Clínica Infantojuvenil por ISEP, Valencia. Actualmente, alumna del máster de Neurorehabilitación, así como del máster en Trastornos del Neurodesarrollo.

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