” La simulación es el intento deliberado de mentir o engañar acerca de una enfermedad o discapacidad, exagerando la sintomatología, con el fin de obtener un beneficio personal, que generalmente suele ser de tipo económico o implica la eximencia de deberes y obligaciones (Kropp y Rogers, 1993).
La sociedad del siglo XXI pasa por una crisis económica y social muy importante, con altas tasas de desempleo y no muy buenas previsiones para el futuro. Todo ello, unido a que las personas tienen que subsistir, contribuye a que la cultura del fraude, del engaño, para conseguir una renta económica de por vida, una pensión, una incapacidad, indemnizaciones o cobrar del estado. Detectar el fraude es prioritario ya que supone grandes costes económicos para el sistema socio-sanitario y para la sociedad en general. Estos recursos económicos deberían utilizarse en los pacientes que realmente necesitan de ellos, y no en los simuladores que requieren unos gastos socio-sanitarios que no podemos asumir, con el fin de conseguir un beneficio propio. Como acertadamente señala Ruano Hernández (2009), identificar el fraude contribuye a su vez a defender los derechos justos de quienes de verdad sufren la adversidad de una enfermedad o de un accidente, o bien de otros problemas que afectan a la calidad de vida de las personas. “
Inmaculada Ferrerons Señer
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