“Quería una escuela donde él pudiera ser el mismo, donde no se rieran o abusaran de él por ser diferente, donde lo comprendieran. Pero, sobre todo, quería una escuela donde trabajaran con paciencia para comunicarse con él; si eran capaces de hacerlo, estaba segura de que progresaría mucho y finalmente se independizaría más de nosotros. Nuestra principal preocupación era que si su educación fracasaba, no sería capaz de hacer frente a la vida cuando fuéramos viejos o cuando ya no estuviéramos. (“Autismo. Una guía para padres”; p.p. 89)
Una de las alteraciones más graves del desarrollo durante la primera infancia que constituye uno de los problemas más serios desde el punto de vista personal, familiar y social es el autismo. Sin embargo, y a pesar de la gravedad del problema, todavía hay muchas personas que desconocen o que están mal informadas acerca de sus características o que, erróneamente, consideran que el autismo es una enfermedad. Y, precisamente para poder ayudar a las personas con autismo no es suficiente aplicar determinadas técnicas sino que es indispensable saber en qué consiste este problema y comprender cuáles son las dificultades que presenta. Esta tarea es sumamente complicada porque a pesar de que, afortunadamente, los niños con autismo cada vez se detectan a una edad más temprana y a pesar de que en los últimos años se han realizado avances importantes en las explicaciones biológicas y psicológicas del autismo, todavía hay muchos aspectos que se desconocen como, por ejemplo, cuál es su origen y cuál es su naturaleza. Tampoco sabemos cuales son realmente sus causas aunque sí sabemos cuales son sus síntomas, porque el autismo es eso precisamente: un conjunto de síntomas y signos que están presentes más en niños que en niñas, y cuya incidencia en la población, según las últimas investigaciones, es cada vez mayor llegando a hablarse de una proporción de 15-20/10.000. Además estos signos y síntomas comienzan siempre antes de los tres años de edad o incluso desde el nacimiento aunque durante el primer año estos signos sean poco claros y más sutiles, y distinguen a quien los tiene de quien no los tiene…”
Paula Sánchez García
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