“Cuando un niño o niña asiste a la Escuela Infantil (en adelante EI), los maestros y educadores de la misma constituyen un importante agente de detección. En esta etapa pueden apreciarse alteraciones en el desarrollo (dificultades en las habilidades motoras, de socialización, de lenguaje, dificultades atencionales y perceptivas y limitaciones cognitivas o emocionales) que pueden resultar difíciles de detectar en el ámbito sanitario o social.
De hecho, las condiciones de la EI y las interacciones que se producen en el contexto escolar, diferentes a las del medio familiar, permiten, en la mayoría de los casos, poner de manifiesto la presencia de desviaciones en el proceso evolutivo, desajustes en el desarrollo psico- afectivo del niño y/o alteraciones en su comportamiento, que por su propio carácter o por la menor gravedad del trastorno, pueden pasar fácilmente inadvertidas a los padres y también al personal sanitario y no son detectadas hasta que el niño accede al contexto educativo formal. La educación a estas edades tiene un marcado carácter preventivo y compensador, debido a la importancia que tiene la intervención temprana para evitar problemas en el desarrollo, en la población en general y especialmente, en aquellos niños que presentan necesidades educativas especiales.
Teniendo en cuanta lo expuesto y con el objetivo de intentar cubrir, en la medida de lo posible, las necesidades de detección precoz en el ámbito educativo surgió el Protocolo de detección precoz de las alteraciones en el desarrollo en las Escuelas Infantiles de la comarca del Montsià.”
Montserrat Genaró Jornet
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